¿Cómo se dieron cuenta los Gilinski del talón de aquiles del Grupo Empresarial Antioqueño y con solo una jugada lograron poner en jaque al mayor conglomerado industrial del país?

Esa es la pregunta que muchos analistas se deben estar haciendo ahora mismo por cuenta de la que ya es la oferta empresarial más relevante en la historia reciente de Colombia: la que busca hacerse al máximo de 62,62% de las acciones del Grupo Nutresa.

La crónica es apasionante y está ya escrita en los anales de la historia empresarial colombiana.

Todo empieza con dos hechos de mercado.

Primero, los activos empresariales colombianos sufrieron una pérdida rotunda de precio por cuenta de la devaluación de la moneda colombiana que empezó desde mucho antes de la pandemia y que se agudizó después de la llegada del covid-19. Segundo, los precios de las acciones colombianas se han mantenido prácticamente congelados durante varios años.

 

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La suma de estos dos factores fue el inicio de la tormenta perfecta para el GEA.

Vamos por partes. En 2014 se inició un proceso de devaluación de la moneda colombiana que llevó el dólar de los $1.800 a alrededor de $3.300 en 2015. Esta fue una devaluación de entrada de más del 80%, producto de la caída estrepitosa en los precios del petróleo y la consecuente menor oferta de divisas en el mercado local.

Luego hubo que sumarle el mayor precio del dólar que se concretó cuando la pandemia tocó a la puerta. En ese momento, a comienzos de 2020 la divisa se disparó más allá inclusive de los $4.000 y aunque hubo momentos de corrección hacia los $3.500, en las más recientes jornadas de 2021 volvió cerca de los $3.900. Así las cosas, la devaluación del peso entre 2012 y 2021 ha sido del 117%. Eso abarató considerablemente los precios de los activos locales en dólares. Colombia está de ganga para los inversionistas internacionales.

El impacto en Nutresa

Miremos la realidad en el caso específico del Grupo Nutresa: en octubre de 2012, hace casi 10 años, la acción se encontraba en un valor cercano a los 21.660 pesos. En esa época el dólar se encontraba muy cerca de los $1.800. Esto nos muestra, primero, que en pesos, el Grupo Nutresa, a pesar de todo el crecimiento que ha tenido, sigue valiendo hoy lo mismo que hace una década. Es decir, los accionistas no han visto una valorización en su activo. Probablemente esta situación se deba también por el hecho mismo del enroque empresarial que lleva a Nutresa a ser dueña de una entidad financiera y de seguros (Sura) y otra de construcción (Argos). A pocos accionistas del sector de alimentos les interesaba participar de esta clase de entramado accionario.

Lo otro que nos pone en evidencia la realidad del mercado es que las 460 millones de acciones en circulación de Nutresa pasaron en los últimos 10 años de valer US$5.533 millones a solo US$2.545 millones. Eso por la drástica devaluación del peso.

Esta mezcla de situaciones resultaba atractiva para cualquier inversionista con capacidad de apalancamiento en dólares y con la astucia suficiente para encontrar el punto de entrada a la inexpugnable fortaleza accionaria que habían construido los paisas.

Aquí es donde viene la sorpresa mayor para quienes no vieron venir esta pelota con curva que es la oferta de los Gilinski.

La movida secreta

En este contexto es que los Gilinski piensan que es posible una movida sorpresiva con Nutresa. Pero se necesitaba de mucho estudio para encontrar el talón de Aquiles del Grupo Empresarial Antioqueño. Y lo lograron gracias a dos detalles clave. Primero la mayoría accionaria del GEA en Nutresa hace rato, casi desde el 2000 ya no era superior al 50% y ese factor, que significaba una fisura en el tejido accionario ideado por los antioqueño, o no lo descubrieron o no les pareció relevante.

Hoy, lo que hay en poder de Sura y Argos alcanza al 45% de las acciones del conglomerado de alimentos. Esa no es la mayoría absoluta que los blinda de cualquier oferta. En consecuencia, no podrían bloquear ninguna propuesta, inclusive si decidieran una estrategia en bloque, cosa que las autoridades les reclamarían de manera inmediata. Nutresa era el lado flaco del enroque antioqueño.

El otro aspecto es el que más sorpresa causa y que se constituye hoy en todo un “seguro contra accidentes” a favor de los Gilinski. Resulta que por tener Nutresa más del 10 por ciento de su participación en el Grupo Sura, cualquiera que aspire a tener la posesión de la compañía de alimentos, debe pedir autorización a la Superintendencia Financiera porque Sura es una entidad que tiene la mayor participación accionaria en una entidad financiera, el Bancolombia, y en una aseguradora, Suramericana.
Los Gilinski hicieron esa solicitud ante las autoridades hace más de un año y les fue aprobada. El proceso no fue traumático, pues los Gilinski ya han estado en el sistema financiero a lo largo de más de 30 años, lo que facilitó la entrega de información a las autoridades.

Este aval bloquea la llegada de cualquier otro gran actor inversionista, porque ese proceso puede durar hasta un año, lo que le quitaría oportunidad a toda nueva oferta. Por eso es que no se espera que alguna multinacional de alimentos como Nestlé o Mondelez llegue.

El otro paso adelante que dieron los Gilinski fue solicitar ante la Superintendencia de Industria y Comercio analizar si se configuraba un monopolio al unir eventualmente sus inversiones en Yupi y Nutresa. Ese concepto ya fue emitido y señala que no hay ningún problema para una eventual adquisición de Nutresa por parte de los Gilinski.

El viernes pasado se supo sobre la autorización de la Superintendencia Financiera para que se dé la Oferta Pública de Adquisición con las condiciones expuestas por los Gilinski: US$7,71 y van por una participación accionaria de entre el 50,1% y el 62,62%. Si se da la máxima adquisición esto equivaldría a unos US$2.200 millones, 40% más de valor frente a la capitalización de mercado actual. En pesos, se trataría de una oferta de $8,7 billones.

A pesar de que muchos consideraron una locura esta movida de los Gilinski, el tiempo les está empezando a dar la razón. Habrá que ver qué hacen desde el Grupo Empresarial Antioqueño y cómo se cerrará esta partida que está resultando de campeonato.

Las posibles respuestas

La estrategia más sensata para el GEA parece ser la de aceptar la oferta por Nutresa, pero con el compromiso de los Gilinski de no ir ni por Argos ni por Sura.

La otra opción es defender sus intereses accionarios y presentar una contraoferta. Esto resultaría muy costoso porque sería necesario conseguir los más de US$2.300 millones que se necesitan para ir más allá del dinero que ya está sobre la mesa.

Pero si adoptan esta estrategia, la cosa podría salir mucho más cara. Resulta que los Gilinski ya tienen autorización -como se mencionó atrás- para ir por Sura.

Así que si el GEA decide defender sus intereses y hace contraoferta por Nutresa, al siguiente día, los Gilinski podría hacer otra OPA por Sura o inclusive por Argos.

 

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Si se tienen en cuenta las capitalizaciones de mercado de estas compañías, el GEA ya no solo tendría que conseguir los US$2.300 millones para defender Nutresa sino los más de US$5.000 millones adicionales para mantener sus posiciones en las otras dos grandes holdings del conglomerado.

Todo indica que al encontrar el talón de Aquiles, Nutresa, los Gilinski convirtieron al enroque empresarial en el peor enemigo del GEA.

Esta semana iniciarán las conversaciones entre todos los involucrados y se empezará a dilucidar cuál será el futuro del principal conglomerado industrial y financiero de Colombia.