El efectivo se mantiene como el principal medio de pago en Colombia, más allá de los cambios en los hábitos y forma de consumo provocados por la crisis sanitaria del Covid-19.
Durante el último año el comportamiento del consumo, la forma de adquirir bienes y servicios y la modalidad de realizar transacciones han presentado variaciones como resultado de la crisis sanitaria, las medidas de mitigación del Covid-19 y los planes de adaptación.
Sin embargo, y a pesar del incremento de la digitalización de los pagos, un reciente estudio de Fenalco con apoyo de FedeSeguridad señala que el dinero en efectivo continúa siendo el principal medio transaccional para la mayoría de sectores económicos.
De acuerdo con el estudio, el 74,7% de los tenderos señala que los clientes prefieren pagar con dinero en efectivo, lo que es relevante si se tiene en cuenta que cerca del 50% de las compras de bienes de consumo básico se realizan a través de las tiendas de barrio. Esto supone que existe una importante circulación de recursos en efectivo en el mercado, especialmente en las finanzas personales.
Al respecto Nicolás Botero-Páramo, Director Ejecutivo de FedeSeguridad, resaltó que “los ciudadanos prefieren el efectivo porque es aceptado en todos los establecimientos y tiene un costo de uso muy competitivo frente a otros medios de pago. Adicionalmente, en el estudio se encontró que el efectivo permite a vendedores y consumidores llevar un mejor control de sus movimientos.”
Por su parte, Carolina Ortiz, Gerente General de la Transportadora de Valores Atlas señaló que “El dinero en efectivo es incluyente por cuanto no discrimina a nadie y cumple con una función social, ya que garantiza su acceso en forma fácil y sin sobre costos o limitaciones. Es sinónimo de integridad y no está sometido a riesgos de ciberseguridad o fraudes digitales; es un método de pago inmediato, que garantiza su disponibilidad en cualquier zona rural o urbana, y facilita el acceso al consumo para cualquier colombiano.”
El informe también señala que, para el sector comercio, el papel moneda cumple una función esencial durante periodos de reactivación económica, ya que permite reducir la brecha en los pagos entre usuarios digitales y no digitales.
Además, se encontró que solo el 8,6 % del volumen total de las transacciones que efectúan las empresas y los individuos corresponden a pagos electrónicos, reiterando la importancia del efectivo en los hábitos de consumo de los colombianos.
Desde el punto de vista de la bancarización, que se relaciona con la posibilidad de hacer pagos sin efectivo, el estudio encuentra que solo el 48% de la población tiene por lo menos un producto financiero. Este es un punto clave en relación con el uso del efectivo, que indicaría que el 52% de los colombianos lo emplea como principal medio de pago en sus operaciones de compra y venta.
Juan Carlos León Rubio, director de Prosegur Cash Colombia, aseguró que “más allá del avance en medios de pago digitales, es importante reconocer la relevancia del efectivo. Este medio de pago constituye un factor de progreso, pues no solo resulta clave para la reactivación económica, sino que impulsa la inclusión financiera de los ciudadanos que no pueden acceder a otros medios de pago o prefieren utilizar efectivo. Es el instrumento de pago que implica un menor costo para los comercios tanto en volumen de pagos como en el valor. Teniendo en cuenta que estos últimos corresponden a cerca del 80% de la población colombiana, es claro que este medio puede y debe coexistir con los digitales”.
En este sentido, Carolina Ortiz, Gerente de la Transportadora de Valores Atlas, agregó que el efectivo “no compite con los sistemas digitales, es sinónimo de resiliencia y es la forma perfecta para mantener en equilibrio todos los ecosistemas de pago, máxime cuando es el aliado de los bancos centrales, que están atentos a garantizar la disponibilidad del dinero en efectivo en todas las economías.”
Por último, es importante recordar que diferentes autoridades, especialmente los bancos centrales de países como Canadá, España o Alemania se han encargado de desmitificar la idea de que billetes y monedas puedan ser un vector de transmisión del coronavirus. Esto ha ayudado a la recuperación de la confianza en el uso de efectivo.
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