El emprendedor madrugaba para vender tinto en la carrera Medellín-Bogotá. Juntó recursos para emprender y ahora es una de las tiendas más famosas en Santuario, Antioquia. Colombianos de a pie, que luchan por cumplir sus sueños.
Con un par de termos llenos de café y unos cigarrillos, el colombiano Pascual de Jesús Zuluaga volvió a empezar. Regresó a su país tras pasar 14 años en Venezuela y esa venta ambulante le sirvió para subsistir y
“Volví sin cinco centavos, pero con experiencia”, dijo a Efe Zuluaga.
Dejó atrás Maracaibo y se estableció hace cinco años en su natal Santuario, un municipio de Antioquia (noroeste), donde ahora es popular por abastecer a su comunidad con una tienda que poco a poco fue acreditando.
Tomó impulso con unos pocos pesos. Madrugando para vender tinto (café negro) en la carrera Medellín-Bogotá juntó recursos para emprender.
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“Había un mayorista que surte a las tiendas de por aquí. Yo empecé comprándole cinco libras de arroz, y allá me decían: ‘¿eso si es para negocio?’. No creían, pero fui creciendo”, contó.
Labor exigente
Bautizó su tienda “Parada donde Pascual” y la puso a funcionar de lunes a lunes. Incluso tuvo puertas abiertas durante el confinamiento por la pandemia, pues sabía que la gente “nos necesitaba”.
En ese nuevo comienzo en Santuario, según contó el comerciante, fue determinante el respaldo financiero de Interactuar, una corporación de desarrollo social que apoya el emprendimiento con créditos, capacitaciones y acompañamiento de valor.
“Interactuar siempre ha estado disponible para mí”, comentó el emprendedor, y agregó que gracias a los préstamos que recibió en diferentes momentos “pude montar mi tienda, volverla grande y abrir una ferretería”.
Hoy disfruta de su rol como tendero, “una labor exigente”, pues ve que su negocio “se mueve bastante y va muy bien”, pero no por un golpe de suerte: es resultado del trabajo, su experticia y don de gentes.
Zuluaga, de 68 años, señaló que ha sido comerciante “toda la vida”. Tuvo almacenes, mercados y restaurantes; así como vendió ropa y joyería fantasía.
“Yo he adquirido mucha experiencia con el paso de los años. Por eso a donde llego muevo cualquier negocio, tengo carisma para eso”, expresó el tendero.
Constructor de tejido empresarial
Yuly Betancur, líder comercial de esta corporación, señaló que los tenderos son un “actor importante” en el desarrollo económico de sus comunidades.
Por ello, el 11 % de los 43.000 empresarios que atiende Interactuar pertenece a este sector de la economía, incluso esos tenderos representan “el 12 % de nuestra cartera con 33.000 millones de pesos (unos 8,5 millones de dólares)”.
De acuerdo con cifras de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), en Colombia hay cerca de 450.000 tiendas de barrio, las cuales generan 1,75 millones de empleos.
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Un estudio realizado por este gremio reveló que la edad promedio de los tenderos es de 42 años, que más de 55 % son mujeres y el 40 % de ellas son cabeza de hogar.
Betancur detalló que este tipo de negocio suele iniciar con una “chaza” (puesto ambulante), pero con el impulso adecuado puede terminar en un minimercado o supermercado.
“El tendero, además de ser un constructor de tejido empresarial en las comunidades, cumple el rol de autoabastecimiento más importante para los barrios”, afirmó la experta.
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