Colombia cuenta desde finales del año pasado con la Ley del emprendimiento, el primer marco normativo en el país que puntualmente busca regular y ofrecer beneficios a aquellos que empiezan a formar empresa.

La iniciativa, aprobada el 11 de diciembre en el Congreso y que hace parte también de las estrategias para la reactivación económica en medio de la crisis generada por la pandemia de covid-19, está basada en una serie de parámetros como tarifas diferenciales en trámites para pequeños empresarios, más participación en procesos de compras públicas, financiamiento, mayor institucionalidad y fortalecimiento en la parte educativa.

Esta estrategia busca dinamizar el sector y ofrecer un panorama más amigable para aquellos que buscan emprender e innovar. Aunque, vale aclarar, se deben reglamentar aún varios de los conceptos que fueron integrados en la normatividad.

“Es una una gran oportunidad para nosotros los emprendedores, no solo porque ayuda a fomentar el emprendimiento, sino porque otorga una serie de beneficios que son de vital importancia en las primeras etapas de la creación de empresa. Son además acertados los puntos que busca atacar, como minimizar trámites y costos y reducir las barreras a las que se enfrentan los emprendedores. Ahora nos toca aprender a usar los beneficios”, señala Nicolás Contreras, cofundador y CEO de Vaki, una de las plataformas de crowdfunding más populares de la región.

Pero, ¿qué es realmente lo que cambia con la ley?

Los ejes

Entre las claves de este marco normativo están las tarifas diferenciales, tanto para su constitución como su funcionamiento. Entre ellos se encuentra una disminución de los costos para los trámites con Invima para las pymes y una excepción total del costo para las microempresas.

Además, en este punto se incluyen beneficios en los pagos de impuestos departamentales para el registro de pequeñas empresas y un sistema de contabilidad diferenciada.

“Esto es importante porque una de las principales barreras con las que se enfrentan los emprendedores son los procesos que hay que realizar en las diferentes entidades para formalizar la creación de una empresa. Muchas veces son monstruos que los emprendedores sienten que es muy difícil que les pongan atención”, indica Ricardo Mejía, cofundador de PappCorn, que ofrece acompañamiento al emprendimiento digital en el país.

En esta área también juega la implementación de sandbox o escenarios de exploración para la regulación de modelos innovadores.

“Esto va a ser muy útil para el sector fintech, porque con el acompañamiento de la Superintendencia Financiera se podrán revisar diferentes modelos de negocio y la entidad podrá aprender de ese sector y fortalecer todo el tema regulatorio, que es muy importante cuando se habla de innovación y de productos de los que no se tienen referencia en el mercado”, destaca Contreras.

Una de las principales barreras con las que se enfrentan los emprendedores son los procesos que hay que realizar en las diferentes entidades para formalizar la creación de una empresa

Por otro lado, la ley contempla una mayor participación de las pequeñas empresas en procesos de compras públicas del Estado, en donde se incluyen criterios de selección que beneficien este tipo de negocios y en donde, además, se le dará prioridad a propuestas lideradas por mujeres y que tengan un impacto rural. Y la inclusión de microempresas en procesos de mínima cuantía.

Dentro de los ejes también está el impulso al tema del financiamiento, con la promoción de redes de ángeles inversionistas, microfinanciación, sociedades fintech, entre otros. Así mismo, la modificación del objeto social del Fondo Nacional de Garantías, para ampliar el portafolio de productos, y el incentivo tributario para donaciones al sector, los cuales serán manejados por INNpulsa.

“Entre más se habilite el espectro de inversión, los emprendimientos, en especial en fases tempranas de creación, que es cuando más complejo es, podrán tener éxito y podrán aspirar a hacer escalable su negocio. Además, se va a fomentar esa cultura de inversión, para que más personas aprendan a hacerlo y acompañar a las empresas que están naciendo”, señala el CEO de Vaki.

Además, señala Mejía, en esta fase convergen por un lado el Gobierno, quien amplía las opciones para lograr financiamiento, y por el otro los emprendedores, que deben conocer para qué utilizarán los recursos. “Es fundamental que tengan claro cómo va ayudar ese dinero a escalar el emprendimiento”.

Desde la normatividad también se contempla un fondo del Icetex para personas que estén formando empresa y ya hayan obtenido créditos educativos con la entidad. Al tiempo de una integración de las redes regionales para el emprendimiento al Sistema Nacional de Competitividad e Innovación (SNCI), con el fin de unificar las políticas y programas para fortalecer este sector.

  • E-factoring dará liquidez a las pequeñas empresasPor último, se tiene un énfasis en el tema de la educación y el desarrollo de habilidades para el emprendimiento. Incluyendo tanto a los colegios como instituciones de educación superior. Por eso, se promueve la enseñanza de este campo en la educación básica, media y secundaria del país. Así como la inclusión de proyectos de emprendimiento e innovación como opción de grado en las universidades.

    “Esto ayudaría a cubrir algunas de las grandes falencias que tienen las personas a la hora de formar empresa en el país y el desconocimiento de todas las áreas a las que hay que tener en cuenta cuando se hace este proceso. Debería haber un énfasis especial de orientación para conocer en qué se podría emprender, según las habilidades y gustos de la persona”, precisa Mejía.

Lo que falta

Aunque es vista con muy buenos ojos la regulación en el país en este campo, los emprendedores consideran que son los primeros pasos para que el país fortalezca la creación de empresas y se convierta en un referente en la región.

“Todo esto suma, la ley es parte de la solución para empezar a contar con espacios de crecimiento fuertes. Pero se debe profundizar en una mayor divulgación entre el sector, para que la norma no se quede únicamente en el papel”, asegura el cofundador de PappCorn.

En esto también coincide Contreras, quien señala que desde las diferentes organizaciones que hacen parte del ecosistema del emprendimiento se tiene que hacer “una capacitación fuerte y agresiva”.

“Se tiene que hacer un esfuerzo para que las leyes no terminen siendo usadas solo por quienes las conocen o las entienden, sino por todos los actores que convergen en este sector”, indica.

Por último, asegura Mejía, “se debe incentivar una mayor unión entre todas las partes, gobierno, organizaciones promotoras, entidades como la Dian, la Cámara de Comercio, y los emprendedores, para que el camino que se recorre para formar empresa sea más fácil, como ya ocurre en otros países”.