EatCloud, una startup de Medellín, elogiada por Google y Microsoft, rescata los alimentos que no se alcanzan a vender o a consumir antes de que se boten sistematizándolos a través de la nube.
Trabajando en la industria de alimentos por más de dos décadas con un negocio que ayuda a las compañías a aumentar sus ventas produjo en Jorge Correa una enorme frustación: comida, mucha comida, apta para consumo humano, se va a la basura.
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“Cuando existe un producto estándar, se alimenta una práctica demasiado nociva que es el despercidio de alimentos”, le dijo Correa a Forbes. “Venía pensando por varios años cuál era la mejor manera de mitigar ese impacto”.
Con al comida que se desperdicia en Colombia, cerca de 9,7 millones de toneladas al año según un reporte de Departamento Nacional de Planeación, se podrían alimentar a 8 millones de personas, algo equivalente a la población de Bogotá.
En Medellín, Correa (CEO) cofundó junto a Isis Espitia (COO), Juan David Correa (CTO) y Luis Carlos Correa (CDO) EatCloud una plataforma que se apalanca en la nube, la inteligencia artificial y el Big Data, para gestionar productos no vendidos en la industria alimentaria, que ha rescatado 15.700 toneladas de aimentos.
EatCloud acaba de ser seleccionada como una de las 20 startups que serán aceleradas por Google for Startups y el Banco Interamericano de Desarrollo en un programa destinado a compañías cofundadas por mujeres.
“Queremos enfocarnos en estrategias de crecimiento, impactar a muchos países de América Latina y conectarnos con mentores”, expresó la cofundadora de EatCloud Isis Espitia.
La compañía tecnológica también ha sido acelerada por Rockstart, por programas de Innpulsa y fue finalista del concurso Change Makers de Microsoft.
La plataforma le otorga a la industria trazabilidad y control sobre los alimentos que no se alcanzan a vender, lo cual causa un riesgo reputacional. En EatCloud, más de 1.800 plantas de comida, supermercados, hoteles y productores agrícolas identifican los alimentos aptos de consumo justo en el momento que se bajan de inventario.
Los algoritmos tienen en cuenta variables como cercanía, volúmenes y capacidades de consumo para asignar las donaciones a más de 2.000 fundaciones y 24 bancos de alimentos en 230 ciudades en Colombia que se encargan de recoger las donaciones. A futuro quisieran llegar a México, Argentina, Brasil, Estaods Unidos, Chile y Canadá.
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“Con analítica reportamos en tiempo real el impacto económico, ambiental y social de nuestra operación”, agrega el CEO Jorge Correa. Además de gestionar la demanda y ayudar a disminuir el hambre, los donantes obtienen beneficios tributarios.
Este proceso ha contribuido también a mitigar 460 tonaladas de CO2. Esto es tecnlogía usada para el cambio y para el bien.
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